martes, 9 de septiembre de 2014

Tarde Campestre

El sol brilla coqueto y firme
Alumbrando anchos prados
donde mi corazón sonríe
Estoy vivo aquí acostado

Las nubes no dan más sombras
sólo dan placer y fresco
Revolotea el cabello tuyo y mío
Un cosquilleo y me estremezco

La lluvia no empapa, refresca
El sol no quema, cosquillea
¿Por qué le temes a tu Madre?
¿Por qué rechazas tu naturaleza?

Mariposas de colores nuevos
cual satélites de tu cuerpo
Te rodean, mecen y velan
Te sienten feliz y celebran

El agua fluye a nuestro lado
cantando su suave pasaje
De ella las liebres refrescan
sus bocas y patas fugaces

Oye la canción de la Madre
En sus criaturas y relieves
Cosquillas con pies descalzos
En su cuerpo verde descanso

Aquí la mano del hombre acaricia
Su boca canta, sonríe y piropea
Las lágrimas limpian con risas
Sus hombros cargan las prendas

Aquí el fruto prohibido no existe
nadie lo creó para desafiarnos
la tierra no es labrada por hombres
mas grandes frutos son cosechados

Sudámerica, tierra de poetas
Hoy albérgame en tu seno
Prometo susurrar a tus orejas
Sentimientos por ti en versos

Yo no canto un Érase una vez
Cuentos, mentiras encadenadas
Recito lo que mis ojos ven
No necesito adornos de hadas

No se ofenda, hermano mío
No todos entienden cuando hablo
Soy sólo un joven soñador
que intenta aceptar sus pecados

El sol brilla coqueto y firme
como la chica de mis cantos
Tómame, seamos libres
Echemos prejuicios bailando


Ponga su mente bajo el agua
Sáquese su traje y zapatos
Sienta cómo sanan las llagas
Sienta crecer vida en el pasto

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